El equipo colchonero sólo puede empatar ante un Celta de Vigo estupendo que lo bailó de principio a fin. De Gea dejó la eliminatoria abierta y evitó un desastre mayor

El Celta dejó vivo a un Atlético moribundo que tendrá que cambiar su imagen para voltear la eliminatoria en Balaídos. Los vigueses deben de estar lamentándose de no haber conseguido un resultado más amplio. En cambio, para los rojiblancos, visto lo visto, el resultado fue lo único positivo. Porque lo que se vio en el Calderón fue a un equipo de Segunda División jugar como un grande, y a un equipo grande (venido a menos) jugar como un equipo chico. Desordenado, enclenque, débil, errante y hasta timorato es el Atleti. El Celta lo superó desde el pitazo del árbitro hasta la hora de la ducha. Mostró todo lo que le falta a su rival de anoche. Toque, movimiento y tranquilidad para jugar. El equipo de Quique es incapaz de manejar un partido. No hilvana jugadas con peligro para hacer daño a su rival. Su única manera de jugar es con innumerables balones largos hacia Agüero. Raúl García, horrible, sólo alimenta el mal juego del equipo. Tiago, en su estreno, fue el que trató de no rifar la pelota mientras le aguantó el físico, algo que debió sorprender a sus propios compañeros. El Atlético pierde balones sencillos que saben aprovechar sus rivales. Y así llegó el gol del Celta. Pérdida de balón en un saque de banda que lo aprovecha Iago Aspas para dejar solo con un taconazo galáctico a Trashorras frente a De Gea.
Aun con un gol en contra, los colchoneros seguían sin saber a qué jugar. El Celta dominaba y atacaba sin obtener gran respuesta del rival. Simplemente se encontró con el empate mediante un remate de Tiago tras el saque de un córner. Remate polémico, por cierto, ya que pudo ser falta del portugués al defensor. Hasta aquí llegó lo poco que da el equipo del Manzanares. La superioridad en el medio campo del Celta aumentó, únicamente interrumpida por las continuas faltas de los centrocampistas rojiblancos. La poca versatilidad de los jugadores de Quique se transformó en desquicie generalizado. Reyes, impotente; Agüero, luchando solo; Simao, fuera de sitio. El caso de Simao es grave. Por banda no desborda desde hace tiempo, y por dentro no sirve para construir. Quique se dio cuenta y lo cambió por Forlán, al que había dado descanso. Pero el uruguayo no pudo hacer nada del otro mundo. El ignominioso juego del equipo se tradujo en cero tiros a la portería gallega en la segunda mitad.
Entre Abalo, Aspas y Trashorras el desastre rojiblanco pudo ser mayor. El trío ofensivo gallego volvió loca a una defensa inoperante compuesta por Pernía (que volvía a ser titular ocho meses después), Domínguez, Perea y Ufalusi. De Gea fue quien evitó algo peor. El canterano dio razones para justificar su titularidad en detrimento de Asenjo, que sigue sin cuajar. Rechazó un tiro de Trashorras, el mejor celtista, y atajó un remate de Aspas cuando el público del Calderón cerraba los ojos temiéndose lo peor.
El Atlético sigue sin perder en este 2010, pero, asimismo sigue sin demostrar que mejora para hacer algo importante en la Copa. Vive en una montaña rusa de sensaciones que le puede hacer más glorioso que nunca o conseguir otro fiasco ante la ilusión de su gente. Por ahora, el Atlético logró no perder y, capaz de lo mejor y de lo peor, mantiene vivas las esperanzas por ganar en la Copa.
Aun con un gol en contra, los colchoneros seguían sin saber a qué jugar. El Celta dominaba y atacaba sin obtener gran respuesta del rival. Simplemente se encontró con el empate mediante un remate de Tiago tras el saque de un córner. Remate polémico, por cierto, ya que pudo ser falta del portugués al defensor. Hasta aquí llegó lo poco que da el equipo del Manzanares. La superioridad en el medio campo del Celta aumentó, únicamente interrumpida por las continuas faltas de los centrocampistas rojiblancos. La poca versatilidad de los jugadores de Quique se transformó en desquicie generalizado. Reyes, impotente; Agüero, luchando solo; Simao, fuera de sitio. El caso de Simao es grave. Por banda no desborda desde hace tiempo, y por dentro no sirve para construir. Quique se dio cuenta y lo cambió por Forlán, al que había dado descanso. Pero el uruguayo no pudo hacer nada del otro mundo. El ignominioso juego del equipo se tradujo en cero tiros a la portería gallega en la segunda mitad.
Entre Abalo, Aspas y Trashorras el desastre rojiblanco pudo ser mayor. El trío ofensivo gallego volvió loca a una defensa inoperante compuesta por Pernía (que volvía a ser titular ocho meses después), Domínguez, Perea y Ufalusi. De Gea fue quien evitó algo peor. El canterano dio razones para justificar su titularidad en detrimento de Asenjo, que sigue sin cuajar. Rechazó un tiro de Trashorras, el mejor celtista, y atajó un remate de Aspas cuando el público del Calderón cerraba los ojos temiéndose lo peor.
El Atlético sigue sin perder en este 2010, pero, asimismo sigue sin demostrar que mejora para hacer algo importante en la Copa. Vive en una montaña rusa de sensaciones que le puede hacer más glorioso que nunca o conseguir otro fiasco ante la ilusión de su gente. Por ahora, el Atlético logró no perder y, capaz de lo mejor y de lo peor, mantiene vivas las esperanzas por ganar en la Copa.